
Y así, guardo su
melodía en un pequeño frasco de cristal. Lo almaceno junto a otras botellitas etiquetadas. La colección se ha ampliado, este pseudobotiquín tiene de todo y para todo. A él recurro para transformar mi ánimo, controlar mis pensamientos o remodelar mis facciones. Ni cremas ni tomadas de pelo, ¡pura terapia sonora!
Ilustración de
Sebastiaan Van Doninck.
Comentarios
Publicar un comentario