¡Que fragilidad!

O cómo tus elecciones sobre lo que es o no bello se rompen como un cristal.
En honor a la verdad, los figurines de porcelana de lladró siempre me parecieron una payasada. Piezas para acumular polvo... u artículos para entretener a las amas de casa, amantes de la limpieza (y, quizá, de algún recogedor). Nunca le vi lo bonito a esos objetos... hasta ahora.No puedo enlistar exáctamente qué es lo que me resulta tan atractivo de los diseños de Jaime Hayon; pero estoy encantada. No me refiero nada más a estos sus figurines, dignos para darle caché a una sala con pisos de marmol, muebles a la Luis XV y cuadros de la última cena. También por sus demás proyectos.Ajá, sí, esto es un circo. Ajá

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